Vivimos tiempos convulsos, económicamente hablando. Oficialmente nos encontramos ante una recesión económica con todo lo que ello implica: aumento del paro, cierre de empresas, contracción del consumo... Sin embargo, todavía no hemos tocado fondo. Aunque el drama humano comienza a aparecer, todavía no se ha hecho del todo presente y ello gracias, en parte, a una figura que los economistas denominan “estabilizadores automáticos”.
Los estabilizadores automáticos son aquellas figuras que tratan de evitar, sin que el gobierno de turno deba adoptar ninguna medida de política fiscal concreta, crecimientos o recesiones demasiado pronunciadas. Un ejemplo clásico de estabilizador automático que trata de evitar un crecimiento demasiado rápido son los impuestos progresivos sobre los ingresos, como es el caso del Impuesto sobre la Renta (IRPF). Cuando la economía crece rápidamente se incrementan las ganancias. El IRPF detrae parte de esas ganancias y, al reducir la capacidad de consumo, teóricamente, se producirá un crecimiento menor, no tan pronunciado, de la economía.
Sin embargo, ahora nos encontramos ante la situación contraria, una recesión económica. Debemos buscar aquella figura que frene la recesión. Es clásico mencionar en este punto al subsidio por desempleo. Conforme crece el número de despidos y el cierre de empresas, si no existiera el subsidio de desempleo, los trabajadores se encontrarían que sólo podrían vivir con lo que tuvieran ahorrado, por lo que la contracción del consumo sería muy fuerte. El subsidio de desempleo garantiza al trabajador despedido una renta durante un tiempo, en España hasta dos años, en el cual va a poder mantener, en parte, su capacidad adquisitiva, de tal manera que el consumo no se resienta tan fuertemente.
Por tanto, el subsidio de desempleo y otras transferencias del Estado, como las ayudas a la dependencia, lo que están haciendo realmente es retrasar el momento en que la crisis realmente golpee con toda su potencia. El objetivo es que en ese tiempo que ganamos la economía pueda llegar a reflotar. Conforme vaya pasando el tiempo, la gente empezará a perder el derecho al subsidio por desempleo (el plazo de disfrute depende del tiempo trabajado anteriormente) y el consumo decaerá todavía más.
Frente a esta teoría, que podríamos considerar la más extendida, existen autores que consideran que los impuestos progresivos sobre las rentas pueden actuar como desestabilizadores automáticos. Consideran que un incremento del tipo impositivo produce una disminución de la renta disponible, un menor consumo y, por tanto, una menor producción. Además, el aumento de impuestos incentiva la elusión fiscal y, a determinados niveles, la sustitución de trabajo por ocio (con tipos superiores al 50% se puede pensar si más de la mitad de lo que gano se lo lleva el Estado ¿Por qué voy a trabajar?). Esta teoría tiene su reflejo en la denominada curva de Laffer, que relaciona el nivel de recaudación con el aumento del tipo impositivo. Como se puede observar hay un punto máximo (t2Y2) a partir del cual toda subida del tipo impositivo supone una disminución de la recaudación.
Juan Ramón Rallo, Director del Observatorio de Coyuntura Económica, va un poco más allá y directamente considera que las figuras de las que estamos hablando actúan siempre como desestabilizadores automáticos. Considera totalmente erróneo el punto de partida de los estabilizadores automáticos, es decir, es erróneo pensar que existe una relación positiva entre consumo y crecimiento, que cuando aumenta el consumo hay expansión y cuando decrece hay recesión. En su opinión, el error estriba en considerar que los ciudadanos consumen en función de su renta disponible presente, sin tener en cuenta que pueden pedir prestado, esperando obtener, dadas la situación de crecimiento de la economía dicha renta en el futuro. Considera que los impuestos al reducir la renta disponible “abocará a los ciudadanos al mercado de créditos, favoreciendo la expansión crediticia y el endeudamiento masivo que dará lugar a la crisis”.
Considero que no tiene en cuenta la diferencia entre créditos a corto y largo plazo. La mayor parte de créditos de consumo podemos considerarlos de corto plazo, en esta época de auge económico que hemos vivido, la financiación que proporcionaban los centros comerciales no solía ser superior a los doce meses. En estos casos, si bien el consumo lo realizábamos con cargo a nuestra renta futura, dicha renta futura era la que íbamos a obtener a un año vista, por lo tanto ya habría sufrido el efecto del IRPF, bien a través del mecanismo de las retenciones, bien mediante su autoliquidación en el mes de junio. Por tanto, hasta este punto, podemos afirmar que los estabilizadores automáticos funcionan normalmente.
Vamos a ver qué pasa con los créditos a plazo mayor de un año, principalmente deberíamos considerar aquí las adquisiciones de automóviles y de viviendas. Juan Ramón Rallo considera que los impuestos, al reducir nuestra renta disponible nos incitan a endeudarnos para poder consumir y, por ello, son desestabilizadores, sin embargo, las razones de dicho endeudamiento considero que son más psicológicas que favorecidas por los impuestos. Una persona racional se endeuda en función de su renta disponible y no se endeuda más allá de lo que puede pagar, por tanto hasta aquí los estabilizadores automáticos siguen siendo validos al reducir la renta disponible. El problema que se da en la sociedad actual es el de un consumismo muy acentuado. Si nos fijamos, aparte de la vivienda, el resto del endeudamiento de una persona en los últimos años, en general, es para bienes que no son de primera necesidad (coches, televisores con pantalla plana...). Además generalmente nos endeudamos porque queremos un modelo mejor que el que podríamos pagar por nosotros mismos. Aunque no hubieran impuestos, en etapas de crecimiento, donde se confía en un empleo estable, la gente seguiría comportándose conforme a este patrón, porque siempre vamos a querer algo mejor de lo que podemos conseguir con nuestra renta disponible actual. Al confiar que el flujo de entrada de dinero no va a variar, recurriremos al endeudamiento. Los impuestos lo único que hacen es frenar un poco dicho consumo al reducir la renta disponible y por tanto sus posibilidades de financiación, es decir, actúan como estabilizadores de la economía.
En conclusión, los estabilizadores automáticos son una primera barrera de defensa de la economía de un país. Son únicamente un instrumento para ganar tiempo mientras se adoptan otro tipo de medidas más eficaces para reactivar la economía.
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