sábado, 25 de abril de 2009

La hipocresía fiscal de Reino Unido y el resto del mundo.

Leo en los periódicos que Reino Unido pretende incrementar los impuestos a aquellos que tengan unos ingresos anuales de más de 167.000 euros. En concreto, se pretende incrementar el tipo máximo del 40% al 50%. En principio, la medida parece progresiva y coherente con lo que declara el Primer Ministro Británico Gordon Brown: que paguen la crisis los que más han ganado los últimos años.

Sin embargo, esta nueva política contrasta con uno de los regímenes fiscales que han convertido a Reino Unido, y más concretamente, Londres, en uno de los principales refugios fiscales de loss directivos de las grandes multinacionales. Vamos a explicar esto último.

En Reino Unido se distingue entre dos tipos de residente:

    • El residente no domiciliado: es aquella persona que reside en Inglaterra de manera temporal. Aunque puedes tener un piso en propiedad no es necesario, basta con tener a tu disposición una casa alquilada en suelo ingles.

    • Residente domiciliado: es un concepto algo indeterminado pero que se puede definir bastamente como aquella persona que reside en Inglaterra para morir en ella. Se requiere una vinculación más fuerte que en el caso anterior.

Pues bien, en el primer caso, el residente no domiciliado SÓLO tributa en Inglaterra por las rentas que gane allí o que introduzca en Inglaterra desde el exterior, es decir, un directivo español de una multinacional que cobre mediante un bonus que le paga una sociedad en Holanda (en un banco holandés) no paga ningún impuesto en Inglaterra, aunque en inglaterra sólo gane 1.000 euros por intereses de una cuenta bancaria y el bonus sea de 1.000.000 de euros, en este caso, sólo pagaría impuestos en Inglaterra por los 1.000 euros.

Por otro lado, a todos los efectos es residente en Inglaterra, así que, en España se le considerará no residente y no pagará impuestos en España, salvo casos contados. Inglaterra se convierte así en un destino de altos directivos de multinacionales que pueden elegir desde que país reciben los ingresos.

Este régimen fiscal, aunque no lo parezca, tiene un sentido, y es que procede de la época colonial. El objetivo era que los ingleses emigraran a EEUU y crearan colonias, estando tranquilos de que a su vuelta, todas las rentas que procedieran de EEUU no tributarían en Inglaterra. Nadie ha derogado la ley hasta hoy.

Como podemos ver, en estos momentos Reino Unido se encuentra ante una cierta hipocresía fiscal, por un lado, quiere subir los impuestos a sus ricos (con lo que conseguirá que se vayan a vivir a otro territorio más ventajoso) y, por otro, favorece que los ricos de otros países no paguen impuestos (incentivando que vayan a residir allí). Como vemos parece un poco el mundo al revés.

En todo caso, aunque ahora me esté refiriendo a Reino Unido, todos los países comparten esa hipocresía fiscal en mayor o menor medida. Sólo hay que pensar que muchos paraísos fiscales se encuentran bajo la soberanía de países desarrollados: Gibraltar, Islas Caiman, Montserrat (Reino Unido, de acuerdo es de los más esquizofrénicos, en este sentido, de todos), Antillas Holandesas (Holanda), Delaware (EEUU)...

Y no sólo esos, sino que casi todos los países desarrollado tienen una regulación muchísimo más ventajosa para las sociedades holdings extranjeras (las sociedades matrices de las que dependen todas las filiales) que la regulación que establece dicho país para el mismo tipo de sociedades si son nacionales de dicho país. En España, tenemos el régimen especial del Impuesto sobre Sociedades de Entidades de Tenencia de Valores Extranjeros (ETVE) que declara exentos los dividendos y ganancias patrimoniales de estas entidades mientras que si se trata de sociedades españolas tributarán al 30%.

Para concluir con este artículo, sólo comentar que no estaría mal acabar con esta hipocresía, organizarlo todo de nuevo y que por fin los que más tienen paguen más, estén donde estén, y los que menos tienen paguen menos. Pero eso sólo es un sueño.

viernes, 17 de abril de 2009

El Big Mac y el tipo de cambio.

Existen múltiples teorías sobre las variaciones de los tipos de cambio, pero hay una que ha servido de base para que el Big Mac de McDonalds sea utilizado como un índice, el conocido como indice Big Mac, que nos indica si el tipo de cambio con un determinado país está ajustado así como cual es el nivel de precios de dicho país. Se trata de la teoría de la paridad del poder adquisitivo. Vamos a ver que nos dice esta teoría y como nació el denominado índice Big Mac.

La teoría de la paridad del poder adquisitivo tiene su origen en el gran economista David Ricardo. Esta teoría es una extensión de la teoría del precio único conforme a la cual un mismo producto debe tener el mismo precio, o un precio único, en diferentes países en términos de una misma moneda. Las premisas para que esta condición se cumplan son: que en los dos países los mercados sean competitivos, no existan barreras comerciales o de otra clase y que el coste de transporte sea despreciable. Si se dan estas condiciones podemos hallar el tipo de cambio dividiendo el precio del producto en una moneda por el precio en la otra moneda. Sin embargo, estas condiciones son imposibles en la práctica, dado que por lo general existen aranceles y otras barreras aduaneras, y los costes del transporte son significativos.

Si la teoría del precio único se cumple para todos los bienes, se cumplirá también cuando en lugar del precio de un bien tomamos para comparar el índice de precios de un conjunto de bienes y servicios, como es por ejemplo el IPC. La teoría de la paridad del poder adquisitivo nos dice que el tipo de cambio entre la moneda de dos países es igual a la relación entre los niveles de precio de esos dos países.

Conforme a estas explicaciones teóricas, se crea en 1986 por la revista The Economist el índice Big Mac, que se publica dos veces al año. El Big Mac, conocida hamburguesa de Mc Donalds se prepara prácticamente igual en todos los países del mundo, lo que hace que sea un bien homogéneo que permita la comparación de su precio entre los diferentes países. El índice Big Mac, lo que pretende es ver cuan devaluada o sobrevaluada está una moneda respecto al dólar.

Aunque la teoría de la paridad del poder adquisitivo no se da en la realidad por los problemas mencionados, los economistas tienden a considerar que la teoría sí que se cumple a largo plazo, por lo que nos encontramos ante un indicador de la tendencia que seguirá el tipo de cambio en el futuro. Vamos a ver un ejemplo práctico:

Una cámara de fotos cuesta 250 dolares en Los Angeles y 200 euros en Madrid. El tipo de cambio es 1 euro = 1,20 dolares. Por tanto:

Coste de la cámara de fotos de Los Angeles en euros = 250/1,20 =208,33 euros.

Si no existen costes de transportes, ni barreras comerciales, todo el mundo compraría la cámara de fotos en Madríd donde es más barata, por lo que, al incrementarse la demanda, al final subiría el precio y se igualaría.

Para encontrarnos en equilibrio en el momento actual el tipo de cambio no debería ser 1,20, sino que debería ser 250/200 = 1,25 dolares.

Por tanto, todo parece indicar que en el futuro el tipo de cambio subirá y se acercará a 1 euro = 1,25 dolares.

Adicionalmente, el índice Big Mac también puede ser usado para comparar el nivel de precios de un determinado país, o lo que es lo mismo, si las cosas en dicho país están más caras o más baratas.

Pongo a continuación la última tabla publicada por The Economist con este conocido índice.


Por último comentar el artículo del blog de microsiervos donde mencionan un índice Big Mac modificado, donde lo que se mide es el tiempo que tarda un trabajador en ganar el dinero suficiente para comprar un Big Mac.

viernes, 10 de abril de 2009

Consecuencias del fraude fiscal: ¿Cuánto pago de más?

Cuando hablamos sobre qué consecuencias tiene el fraude fiscal, todo el mundo piensa que listo el tío que ha defraudado y, como mucho, que el Estado tiene menos dinero para construir carreteras, hospitales... De hecho, ese es el contenido del propio anuncio de la Agencia Tributaria. Sin embargo, esta es una consecuencia abstracta y que, al final, nos puede llevar a pensar que no va con nosotros ¿Qué el Estado recauda menos? Pues que se fastidie, ya me exprime a mí bastante. En este artículo quiero concretar como dicho fraude fiscal nos afectan directamente, es decir, no sobre una consecuencia abstracta sino sobre una concreta: el dinero en nuestros bolsillos.

Íntimamente unido a que el Estado recauda menos,el fraude fiscal supone que, los que pagamos impuestos, pagamos más impuestos. El Estado tiene un nivel de Gasto Público ajustado a sus ingresos presentes, de hecho, como observamos recientemente, cuando los ingresos del Estado crecen, se ha reducido levemente la presión fiscal, ya que, el Estado tiene dinero de sobra para cumplir sus objetivos.

Por tanto, el que unas personas no paguen a Hacienda lo que está provocando es que el resto de personas paguemos más para poder llegar a ese gasto mínimo que el Estado considera necesario. ¿Pero cuánto estamos pagando de más? Para responder a esa pregunta primero habría que estimar cuanto dinero se está defraudando en España, cuantificación extremadamente difícil dada la opacidad del fraude. Es muy difícil medir la economía sumergida, precisamente porque hace todo lo posible para no aparecer en los datos oficiales.

La Asociación de Inspectores de Hacienda fija el fraude fiscal entre un 20% y un 25% del PIB. A su vez, el Sindicato de Técnicos de Hacienda calcula el fraude fiscal en el 23% del PIB, y afirma que la media de la Unión Europea es del 13%. Sin embargo, los datos del informe de los Técnicos de Hacienda es de un rigor lamentable, fijémonos que se afirma en el documento que el 23% del PIB son 200.000 millones de euros cuando según el INE (Instituto Nacional de Estadística) el PIB en estos momentos es de 273.048 millones de euros cuyo 23% por mucho que se empeñen los Técnicos de Hacienda nunca serán 200.000 millones. Además confunden bases imponibles con cuotas, vamos un desastre de estudio que daría para un artículo sobre cómo no hacer un análisis. Para este artículo, vamos a adoptar el 20% que es el nivel más bajo que fija la Asociación de Inspectores de Hacienda y que se acerca más a la media europea con lo que seguramente estará más ajustado a la realidad.

Si consideramos que el volumen del fraude fiscal es el 20% del PIB, obtenemos que el volumen defraudado en España es de 54.609,6 millones de euros. Si dicho importe defraudado se incluyera en el PIB tendríamos un PIB corregido de 327.657,6 millones de euros.

La presión fiscal, es decir, la importancia de los impuestos en el PIB, fue en el 2007 del 41%. Tomando este dato y aplicándolo al PIB actual, tenemos que la presión fiscal representa 111.949,68 euros. Comparamos esos impuestos con el PIB corregido y obtenemos que la presión fiscal si el fraude fiscal se declarara sería del 34,17%, es decir, se reducirían los pagos en impuestos alrededor de un 16%.

Esto supone que un trabajador que tiene unos ingresos al año (en concepto de salario, intereses...) por ejemplo de 24.000 euros brutos al año, paga actualmente un 41% de esos ingresos en concepto de impuestos (IRPF, IVA, Seguridad Social...), en total 9.840 euros. Si no hubiera fraude fiscal, sólo pagaría el 34,17%, es decir, 8.200,8 euros. Por tanto, a un trabajador con unos ingresos de 24.000 euros el que otros defrauden a Hacienda le está costando unos 1.640,8 euros de su bolsillo al año (un 16,66% más de lo que debería pagar).

Lógicamente los cálculos son aproximados y no exactos. Para empezar mezclo años, es decir aplico la presión fiscal de 2007 al PIB del 4T de 2008, pero nos da una aproximación del coste que supone el fraude fiscal a una persona en concreto y, en realidad, los datos reales no diferirán mucho de los utilizados.